lunes, 20 de febrero de 2012

Los Caucheros en la Selva Amazónica

Si bien es cierto la última obra de Mario Vargas Llosa (El Sueño del Celta) nos narra algunos de los hechos de la gran depredación de algunos empresarios extranjeros en la selva de Perú y Brasil durante los primeros años de 1900 aquí les doy algunos datos de personajes que estuvieron inmersos en esta parte de nuestra historia.  
A inicios del siglo XIX el cauchero peruano Carlos Fermín Fitzcarrald (nacido en la sierra de Ancash) inicio la búsqueda de un camino que comunicase Loreto y Madre de Dios.


La Ciudad de Iquitos se convirtió en una de las más importantes durante esta época y el lugar de llegada de muchos comerciantes de diferentes partes del mundo en busca de las tan ansiadas plantas gomíferas (secretadotas de goma) para la fabricación de neumáticos.

El dinero que corría durante este periodo de “opulencia” también llevo al despilfarro.


El “Barón del Caucho” Carlos Fitzcarrald se convirtió, a los 26 años, en el cauchero mas rico del Ucayali. Sus hijos se educaron en Paris y las extravagancias del dinero fueron algo común en él.Su casa se encontraba en Mishagua (departamento de Ucayali) la cual contaba con un gran jardín con flores y plantas traídas de diversas partes del mundo y eran cuidadas por jardineros chinos. Los almacenes se encontraban repletos de todo y se podía hallar desde un alfiler hasta la más fina champaña. Compró una lancha a vapor la cual bautizó como la “Contamana” a la cual planeaba desarmar para hacerla pasar por el istmo (hoy istmo de Fitzcarrald) y luego volverla armar a las orillas del Manú.

La opulencia de Fitzcarrald fue opacada por otro gran cauchero, Alfredo Arruda, el cual no escatimo gastos para construir en Manaos su mansión y revestirla con el fino mármol de Carrara. Waldemar Sholz construyo también en esta ciudad un gran palacete, que era servido por sirvientes vestidos con librea (uniforme de levita con chaleco, pantalón corto hasta la rodilla y medias) embarcadero de yates, salones donde hacia realidad todas sus fantasías libertinas y un león amaestrado que paseaba por los jardines.

Julio César Arana, se enorgullecía de ser un hombre culto y tener en su casa la biblioteca mejor surtida de toda la amazonía, a la vez que tenia un ejército particular con mas de quinientos hombres armados hasta los dientes, que durante quince años realizaron expediciones a la selva perpetrando uno de los mayores genocidios de nuestra historia. Mato a más de 30 mil indios en la región Putumayo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.